Saga Completa: La Sombra que Sabe mi Nombre
El viaje ha terminado. La historia completa de Damián Ferrer, la Unidad 734, ya puede ser contada.
Aquí he reunido los seis capítulos que componen la saga "La Sombra que Sabe mi Nombre". Un descenso a los abismos de una mente controlada, una lucha desesperada por la identidad en un mundo de neón y conspiraciones, y la crónica de un hombre que se enfrentó a los fantasmas de su propio cráneo.
Para los que llegan nuevos, esta es vuestra puerta de entrada. Para los que habéis seguido el viaje semana a semana, este es el archivo de la pesadilla. Gracias por caminar junto a Damián en la oscuridad.
Aquí he reunido los seis capítulos que componen la saga "La Sombra que Sabe mi Nombre". Un descenso a los abismos de una mente controlada, una lucha desesperada por la identidad en un mundo de neón y conspiraciones, y la crónica de un hombre que se enfrentó a los fantasmas de su propio cráneo.
Para los que llegan nuevos, esta es vuestra puerta de entrada. Para los que habéis seguido el viaje semana a semana, este es el archivo de la pesadilla. Gracias por caminar junto a Damián en la oscuridad.
La Sombra que Sabe mi Nombre | Capítulo 1: El Color de la Purga
La memoria es una puta traidora. Se disfraza de álbum de fotos, de película casera, pero en realidad es un carcelero con un manojo de llaves oxidadas. Unas abren celdas de veranos lejanos y risas que ya no recuerdas cómo sonaban; otras, la mayoría, te encierran en el puto corredor de la muerte de tus propios errores. Y luego están las mías. Mis llaves no abren nada. Porque no hay celdas. Solo un muro blanco, liso, sin una puta grieta por la que atisbar el ayer. Un borrado de fábrica. Una amnesia manufacturada.
La Sombra que Sabe mi Nombre | Capítulo 2: El Rastro del Fantasma
El regreso ya no es una patada. Es más sutil, más insidioso. Es como emerger lentamente de las profundidades de un océano de alquitrán, sin aire en los pulmones, con la presión aplastando cada centímetro de tu ser. No hay un dolor agudo esta vez, no hay un clavo en el cráneo. Solo un vacío. Un frío que no nace de la temperatura de la habitación, sino que irradia desde el centro de mi pecho, un agujero negro donde antes, supongo, había algo parecido a un alma.
La Sombra que Sabe mi Nombre | Capítulo 3: El Contragolpe Psíquico
El mundo se reduce a la presión brutal en mis brazos y al olor a sudor y a colonia barata de los hombres que me arrastran por el andén. La multitud se aparta, un mar de rostros anónimos que desvían la mirada, que no quieren problemas, que prefieren creer que esto es un arresto rutinario y no el secuestro silencioso que realmente es. El tren se desliza fuera de la estación con un suspiro melancólico, llevándose mi única vía de escape. Me debato, pero es como luchar contra estatuas de granito. Sus manos son tenazas.
La Sombra que Sabe mi Nombre | Capítulo 4: La Catedral de Hueso
El silencio tras el apagón era una bestia agazapada, y el clank rítmico de los servomotores de Silas era el latido de su corazón acercándose. La silueta del exoesqueleto llenaba la entrada del túnel, un golem de polímeros oscuros y acero que empequeñecía a la figura humana en su interior. Sus sensores ópticos brillaban con un rojo depredador, cortando la penumbra de la estación de bombeo. No había escapatoria. Estábamos en una tumba de hormigón, y el enterrador acababa de llegar.
La Sombra que Sabe mi Nombre | Capítulo 5: Descenso al Nexo
La puerta destrozada de mi refugio era el marco de una pesadilla. Silas estaba allí, una silueta de calma depredadora en medio de la devastación que había causado. El holograma de Aris se había desvanecido como el humo, dejando un vacío que pesaba más que su presencia. Estaba solo. Cazado. Y la presa, por primera vez, miró a los ojos a su cazador y no sintió solo miedo. Sintió una rabia fría y cristalina.
La Sombra que Sabe mi Nombre | Capítulo 6: El Eco de la Libertad
La oscuridad no era un vacío. Era un océano denso y cálido, sin principio ni fin. Floté en él durante una eternidad, desprovisto de cuerpo, de nombre, de dolor. Era una forma de paz, la paz definitiva del borrado absoluto. Pero en las profundidades de esa nada, un eco persistía. El recuerdo de una luz blanca, de un dolor cósmico, de una conexión que lo era todo. Y lentamente, muy lentamente, ese eco comenzó a tirar de mí hacia la superficie.

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